02 noviembre 2010

Leyes y notas de la estupidez

La Primera Ley Fundamental: " Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo".

La Segunda Ley Fundamental: " La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona".

La Tercera Ley Fundamental: " Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio".

La Cuarta Ley Fundamental: " Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error".

La Quinta Ley Fundamental: " La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado".

EL PODER DE LA ESTUPIDEZ

Como ocurre con todas las criaturas humanas, también los estúpidos influyen sobre otras personas con intensidad muy diferente. Algunos estúpidos causan normalmente perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras. La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de dos factores principales: del factor genético y del grado de poder o autoridad que ocupa en la sociedad.
Nos queda aún por explicar y entender qué es lo que básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida; en otras palabras en qué consiste el poder de la estupidez.

Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido.

Una persona inteligente puede entender la lógica del malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa, si se quiere, pero al fin y al cabo racionalidad. El malvado quiere añadir un "más" a su cuenta. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener un "más" para sí, procurando también al mismo tiempo un "más" para los demás, deberá obtener su "más" causando un "menos" a su prójimo.

Desde luego, esto no es justo, pero es racional, y si es racional uno puede preverlo.

Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Una criatura estúpida os perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo alguno racional de prever si, cuándo, cómo, y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.

Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se deriva que generalmente el ataque nos coge por sorpresa incluso cuando se tiene conocimiento del ataque no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo carece de cualquier tipo de estructura racional.

El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Hay que tener en cuenta también otra circunstancia. La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Al contrario de todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora.

Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente.

No hay que asombrarse de que las personas incautas, generalmente no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sino una manifestación más de su falta de previsión. Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni las malvadas consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez.

Generalmente, se tiende incluso a creer que una persona estúpida sólo se hace daño a sí misma, pero esto significa que se está confundiendo la estupidez con la candidez.

Por Carlo M. Cipolla http://www.personal.able.es/cm.perez/estupidezhumana.htm

01 noviembre 2010

Del respeto

Vivimos en un mundo rodeado de personas facilmente influenciables, muchas de ellas entregadas en fanatismos religiosos basados en libros e historias escritas ni mas ni menos que por la propia mano del hombre; muchas de estas historias incluso manipuladas y seleccionadas a conveniencia por hombres que son o fueron poderosos por diversos motivos.

Han pasado supuestamente más de 2000 años desde el nacimiento de Jesús, una persona que se hizo llamar el hijo de Dios y de la que nos cuentan que fue muy sabio, bondadoso y justo, cuyas enseñanzas se suponen viven hoy en dia y que sin embargo aún generan debates entre sus propios seguidores dando como resultado la gran variedad de ramas en las que se divide el cristianismo.

Lo más triste es que los propios seguidores de estas doctrinas y religiones no son capaces de seguirlas en su forma más básica y sin embargo se ven con el derecho y muchas veces incluso se creen con la potestad de decidir o censurar a su prójimo, el mismo prójimo al que uno de sus mandamientos dice que deben amar como así mismos.

Cada día hemos de escuchar a personas predicar estos evangelios, debemos aguantar que nos intenten convertir e incluso imponer su religión; hemos de sonreir y aguantar que en reuniones nos hagan alabar a un dios que muchos no compartimos y en el que no tenemos razón de creer; sin embargo intentamos mantener un clima de cordialidad y tolerancia pues es lo más justo y posiblemente lo más correcto, pues no vale la pena crear más guerras de las que ya existen o han existido por ideologías religiosas que no son más que un lastre que solo causa dolor y división.

Es comprensible la necesidad que tenemos de encontrarle explicación a las cosas y más a las que no entendemos, pero ser complice de mentiras solo nos hace perder escencia de la buena voluntad y de la libertad que todos debemos gozar. Debemos compartir este mundo del que formamos parte animales, plantas, seres vivos y demás, pues todos tenemos cabida en él.

Un 33% de la población mundial se hace llamar cristiana, un 20% es musulmán, un 13% hinduista y un 5% budista, el resto se reparte entre tantas otras, tan diversas y variadas que no hay similitud muchas veces, y estas en total hacen otro 30%. Me pregunto ¿quién soy yo para decirte en qué debes creer? ¿y te pregunto a ti quién eres tú para decirme en qué creer?

Siguiendo la enseñanza cristiana, Jesús el judío e hijo de dios dijo: "Dad pues al César las cosas que son del César y a Dios las que son de Dios", así mismo como dijo: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Si te consideras cristiano, crees en Jesús y quieres evitar ir a ese "infierno" al que tanto le temes, dejame en paz, vive tú vida con el libre albedrío que dios te dió y dejame vivir a mi también porque aunque no crea en lo mismo que tú, según tus creencias mi vida es igual a la tuya y por lo tanto tengo los mismos derechos y deberes que tú.... no eres tú quien me va a juzgar si en verdad ha de pasar.

Vive tú vida como desees, cree en santos, iglesias, predicadores y en idolos si quieres... pero tú libertad termina donde empieza la mía y ya es suficiente con los abusos en nombre de tú dios.

Creo en un ente universal sin consciencia, del cual todos formamos parte, que me puede fortalecer o drenar y que no tiene ningún plan. Creo en el amor y el dolor, y que cosechamos lo que sembramos. Creo en la bondad natural no infundada por el temor, en el poder de superación, pero sobre todo creo en la libertad. Este es mi credo, nadie me lo ha dado y es el que me acompaña en mi viaje por la vida.

Mi intención no es ofender ni entristecer a nadie, solo deseo expresarme y pedirte con amabilidad amame por lo que soy y respetar mi credo como yo he respetado y resperaré el tuyo.